' Algunas palabras son difíciles de decir, -Nunca me dejes- susurró en mi odio, y sus lágrimas rodaron por su rostro, cayendo por mis mejillas; se sentían tan saladas como el mismísimo mar. Era difícil pensar que, el último recuerdo que tendría de ella, era su rostro empapado de lágrimas, gritos y llantos desesperados. Estaba tan cerca de ella y a la vez tan lejos. Lo sabía. Me estaba yendo. La historia de Grace Smith y Ashton Irwin, no es nada fuera de lo común, pero quien diría que sólo se necesitaban cinco minutos para dar un gran giro, para que ambos comenzaran a apreciar lo que es verdaderamente la vida.'
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