Fue la melodiosa y dulce voz la que hizo que las enredaderas, cómo venenosas serpientes apretaran por sobre su cuerpo para mantenerlo tranquilo, para calmarlo... Eran esos brillantes y atemorizantes colmillos los que luchaban con una irremediable locura por enterrarse en la blanca piel de aquel brujo... pero fue la rosa, aquella que vestía una capa peligrosa de espinas, quienes con un destellante dolor hicieron brotar en el vasto jardín, el elixir carmesí que selló un trato que los condenaría a ambos. "Era peligroso, pero también divertido... No tuvimos suficiente, incluso ahora que todo está perdido no logramos tenerlo. Fue eso lo que desató la calamidad entre nosotros... ¿Como los detenemos? ¿cómo?" "No podremos, ya no hay salida para nosotros"