Hoy, como Bécquer en su tiempo, le escribo a ilusiones... Me senté al borde del ventanal, y sin más, con muchas ganas de recriminarle cosas al amor y agradecerle unas cuantas más, escribí. Escribí delirios y esos delirios formaron versos esos versos poemas. Escribí ideas y esas ideas formaron renglones y esos renglones prosas. Y el día siguiente, simplemente hice lo mismo. Poemas y prosas destinadas a amores perdidos y vidas distintas que nunca fueron verdad.
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