SIDRA

Todos eran malas personas, de esas que habían cometido más de un pecado o un delito, hablamos de cargos importantes, como mancharse de sangre incontables veces. Todos murieron ese día destinado, unos en la mañana cuando el sol pegaba fuerte, otros en la noche cuando las estrellas vibraban en el cielo. Y todo debería haber seguido así, se deberían haber podrido en el infierno... Pero alguien no lo deseaba de esa manera, una entidad poderosa. Irrisoriamente entonces cada uno de ellos volvió a abrir sus ojos, a sentir su corazón desesperado latir y el quemar en sus pulmones cuando la primera bocanada de aire volvió a entrar. Inmediatamente una orden apareció enfrente de ellos:
《Esta es tu segunda oportunidad, una que te servirá para no acabar en el infierno, es tu preciosa oportunidad para redimirte, has de hacer un buen uso de tus habilidades, sólo así podrás morir en paz》
Las reglas del requerimiento también encontraron su camino, en primer momento si te negabas a hacerlo, tendrías una extenuante y dolorosa muerte, en segundo lugar las relaciones con otras personas estaban limitadas "no has de darles esperanzas de que tendrán un futuro contigo, porque tu futuro ya no existe" y la tercera, "tu obediencia en ningún momento certifica un pasaje al cielo".