"¿Cuánto no he querido encontrarte?Si a ojos cerrados, logré ver a ese angelito de alas rotas que merodeaba sobre mí. Esta noche en la soledad. No hay otro testigo que el silencio, ni palabras que no sean mis ojos fijos en los tuyos" Petra es su ápodo. ¿Qué importa como se llama? Hace tiempo parece haberse olvidado de su nombre. Ronda hoy por un pueblo chileno, encadenado a su profesión y esperando, quizá, que esa jaula que tanto tiempo lo ha aprisionado, sea abierta.