Existían muchos tipos de espíritus guardianes, incluyendo a los de festividades, cada uno decidido a cumplir con sus responsabilidades y deberes. Les divertían las leyendas que los humanos habían creado alrededor de ellos a través de los siglos, porque en la mayoría de las ocasiones no tenían mucho que ver con la realidad: Santa Claus no era un anciano gordo, Madre Naturaleza era aterradora, Cupido no usaba pañal, Padre Tiempo y Arenero discutían por la atención de un duende de Santa, el Hada de los dientes era el más joven pero también el que llevaba más tiempo casado, Jack Frost adoraba en secreto el verano y el Conejo de Pascua lucía más como un fornido e intimidante hombre. Quizá por eso hasta sus reuniones más simples generalmente terminaban con al menos una amenaza de muerte.
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