Albus Potter está cansado. Cualquiera que mirara desde afuera, fácilmente puede decir que lo tiene todo: dinero, padres famosos, buenos hermanos, las mejores notas de la clase y la capitanía del equipo de Quidditch. Pero las cosas no eran tan sencillas como todo el mundo imagina, pues sus días se hacían cada vez más idénticos, todo estructurado, en orden. Siempre la misma gente, siempre las mismas actividades. Hasta que, claro, se cruza con el hijo de un ex-Mortifago.