Viajé a un continente de costumbres extrañas, un mundo donde los Pokemon son vistos de manera muy diferente y para mi buena o mala suerte, un acaudalado joven se hizo amigo mío y me invitó a conocer y satisfacer los placeres mundanos como lo hace la clase alta, sin miedo a las consecuencias porque: "Para eso sirve el dinero ¿Nó?"