Estaba cansada de todo. Siempre la misma rutina, la misma gente y la misma ciudad. Quería cambios. Dicen que los cambios de aire suelen ir bien, ¿no? “Pues por qué no?”, me preguntaba cada día. En mi antiguo instituto no era la típica chica popular, o la típica con la que se meten con ella, no. Yo se podía decir que era “la invisible”. Tenía un par o tres de amigas, no porque quería, si no porque básicamente las demás se podía decir que eran muy falsas. Te iban de buenas cuando necesitaban algo pero por detrás te clavaban el cuchillo por la espalda. Ese fue el verdadero motivo del porque me cambié de instituto, y no sabía que eso provocaría un gran cambio en mi vida.