- Hola, ¿Te gusta el fuego? Fue el miedo lo que lo paralizó y no pudo contestar, nuevamente, la voz se escuchó y dijo. - No tengas miedo, no pienso hacerte daño. El se fue tranquilizando ya que la voz era dulce y amable. - ¿Te gusta el fuego? Volvió a preguntar. El con la voz temerosa respondió. - Si... ---------------------------------------------------