La luz del mundo, eso era él. La persona que le había dado sentido a mi vida, aunque al final hubiese sido mi condena. Nuestra condena. Hubiese rechazado cientos de palacios, coronas y títulos por verle tallar aunque fuese simplemente una de las angelicales esculturas de su preciada catedral. Y odiaba estar en medio de sus sueños, y detestaba ser yo quien le llevase directamente a la muerte por haber intentando amarle tanto como él me amaba a mí, pero en Inglaterra en el año 1220 una mujer nunca podría haberse negado ante las órdenes de su rey.
75 parts