“Cuando el miedo te supera ya no hay nada que puedas hacer". Esas palabras que mi padre siempre me decía antes de cada carrera no dejaban de sonar en mi cabeza, aunque ya era demasiado tarde como para no tener miedo. Sólo buscaba la manera de cómo aterrizar bien en el suelo para hacerme el menor daño posible. Al minuto noté como el asfalto se incrustaba en mi traje. Los golpes eran dolorosos, pero no tanto como la cegadora luz. Al cabo de un tiempo rodando noté como me quedaba poco a poco sin aire. Tumbada, sin ser capaz de mover ni un sólo músculo, mi vida iba pasando por delante de mis ojos... ¿Significaba esto que era mi fin?