La imagen de Charlie quedó grabada a fuego en la mente de Alastor. Cada facción de su bello rostro denotaba un deleite incomparable que rayaba en el placer absoluto cuando ponía fin a esa vacía existencia; la maldad era la naturaleza de cualquier demonio ¿Por qué se negaba entonces a probarla? Alastor deseó ser entonces esa pieza faltante que desencadenara la oscuridad en esa dulce criatura