Martín invita a Luciano a un viaje consigo, sin saber de los riesgos de tener a un energético y molesto compañero desafiado a quedarse parado en un banco durante horas a su lado. La única parte buena de eso era que, además de estar en camino a visitar otra provincia, ambos ahora tenían un poco de tiempo para pasear por algunos lugares en sus corazones, aunque como siempre de la manera más infantil o "boluda"mente posible.