Recuerdan aquel juego un poco precario, algo erótico pero eficaz. Por supuesto hablamos del viejo juego de la botella, todos nos sentábamos en un círculo esperando que aquel material delicado fuera el decisor de nuestro destino, aquella probabilidad existencial de que nos tocara un beso con la persona que idealizábamos como nuestra musa cumplidora del placer de un éxtasis era mínima, pero si suponemos que el mismo se cumplía era una bomba atómica que creaba tantos caminos dándonos la potestad de ser creadores de nuestro destino, por un hecho tan simple comenzábamos a encaminar nuestro propio futuro, careciendo de probabilidades, como ahora mismo, la probabilidades de que estés frente a la computadora o al celular leyendo esto, son nulas. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.© (Escritora de Secreto de Hermanos)
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