El chico la miraba como si se tratara de una bendita estrella que brillaba tan hermosamente en un cielo invernal, podía notar el reflejo de sus ojos en los brillantes y grandes orbes de la pelinegra azul oscuro, quería tocar su rostro, pero se contuvo, las garras podrían lastimarla y el no se lo perdonaría. Una necesidad urgente se instaló en el, la sangre comenzó a recorrer más rápidamente sus venas y su corazón se acelero.
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