— ¡Qué! ¡Mamá no puedes hacerme eso sólo porque te apetezca! — la grito tirando una jarra al suelo.
— Si puedo, y de hecho, ya está decidido.
— ¡No voy a ir!
— Oh, ya lo creo que si. Y no se habla mas. Sales el lunes por la mañana.
— ¿Sabes qué es lo mejor de todo? Que un día pense que el odio que siento por ti desde los cinco años iba a desaparecer, pero ya veo que no. Sigues siendo la misma gilipollas que eras entonces, y eso nunca va a cambiar. — digo y salgo de la cocina dejandola ahí de pie con la expresión de sorpresa.
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Edward siento no haberte dicho esto antes y sientro que sea de esta forma de la que te enteres, espero que me puedas perdonar algún día... y si no lo haces, lo entenderé... Bueno, ahí va...
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