Lucifer una vez fue angel, no es así?
Mientras sea caperucita quien cuente la historia, el lobo siempre va a ser el malo.
Alice: soy mala, mucho más de lo que te puedes imaginar. Necesito causar dolor en los demás para sentirme bien. No soporto hacer feliz a alguien. No se lo merecen. Egoísmo, venganza, maldad, sufrimiento, manipulación... Esas son las palabras que definen mi día a día. Mi labor del día es causar sufrimiento en al menos una persona, de ese modo puedo dormir en paz. Actúo diariamente, tienen que sentirse culpables y yo quedar como un ángel. Lo hago para sentir que me merezco lo que me pasa... Los diablos vienen del infierno, ¿no?
Oliver: Soy una persona empática y amable. Me gusta hacer sentir bien a los demás a costa de lo que sea. Viajo mucho por temas de mi madre. Allá a donde voy soy bastante popular y no tardo en hacer amigos, pero nunca duran más de un mes, hasta que me mudo... En realidad nunca nadie me ha tratado como yo les trato, son amables pero se que a las espaldas no tardan en hablar. Pero así es la sociedad. Todos unos clones.
¿Que pasará cuando los caminos de estos polos opuestos se encuentren? Se van a acercar, cada uno por sus motivos que a ninguno de los dos les convienen. Oliver debería huir, Alice, sorprendentemente, también. No se imaginan donde se están metiendo, con los ojos vendados y sin vuelta atrás. Ya no hay retorno.
¿Puede una chica romántica y delicada enamorarse de alguien tan ruda como Lynn Loud? Issabella Abrams era esa chica: amante del color rosa, del maquillaje, la poesía, y de las historias de amor. Todo lo contrario a Lynn Loud, quien prefería la acción, los deportes y no se preocupaba demasiado por lo sentimental.
A pesar de sus diferencias, había algo en Lynn que atraía a Issabella. Tal vez era su valentía o su determinación, o quizás el hecho de que Lynn no temía ser exactamente quien era. Mientras que Lynn también sentía cierto interés en Issabella, no entendía como no podía tentarse en ganar y ser la número uno, veía que ella era como una suave brisa que acariciaba el rostro hasta de quien no merecía con dulzura, dulzura que raramente a Lynn le encantaba.