Érase una vez un niño llamado Toñito nervioso por su primer sia se clases. Una mañana, estando el pequeño en la escuela, la maestra les indicó realizar una actividad de dibuje, el niño muy entusiasmado enseguida sacó sus colores y empezó. Pero la maestra dijo que esperarán y esperó a que todos estuvieran preparados. Ahora, dijo la maestra, vamos a dibujar rosas, y empezó a dibujar preciosas rosas con sus colores. Pero la maestra dijo: - Esperen, yo les enseñaré cómo, y dibujó una rosa roja con un tallo verde. El pequeño miró la flor de la maestra y después miró la suya, a él le gustaba más la suya que la de la maestra, pero no dijo nada y comenzó a dibujar una flor roja con un tallo verde igual a la de su profesora. Y muy pronto el pequeño niño aprendió a esperar y mirar, a hacer cosas iguales a las de su maestra y dejó de hacer cosas que surgían de sus propias ideas Ocurrió que un día, su familia, se mudó a otra casa y el pequeño comenzó a ir a otra escuela. En su primer día de clase, la maestra dijo: Hoy vamos a hacer un dibujo. Qué bueno pensó el pequeño niño y esperó que la maestra le dijera qué hacer. Pero la maestra no dijo nada, sólo caminaba dentro del salón. Cuando llegó hasta el pequeño niño ella dijo: ¿No quieres empezar tu dibujo? Sí, dijo el pequeño ¿qué vamos a hacer? No sé hasta que tú no lo hagas, dijo la maestra. ¿Y cómo lo hago? - preguntó. Como tú quieras contestó. ¿Y de cualquier color? De cualquier color dijo la maestra. Si todos hacemos el mismo dibujo y usamos los mismos colores, ¿cómo voy a saber cuál es cuál y quién lo hizo? Yo no sé, dijo el pequeño niño, y comenzó a dibujar una flor como la que le habia enseñado su docente.