Cuando su madre vio por primera vez a la pequeña bebé que yacía dormida sobre la cuna quedó totalmente enamorada, era lo mas hermoso que había visto en su vida, lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas cuando la pequeña abrió sus ojos, era hermosa, piel blanca, ojos muy lindos y brillantes y unos labios color cereza. Una enfermera colocó la pequeña cuna móvil a su lado, con sumo cuidado tomo a la bebé entre sus brazos y enseguida se la dio a su madre. Más lágrimas brotaron de sus ojos cuando la pequeña arqueo sus labios en una pequeña sonrisa, la acurruco en su pecho sintiéndose la mujer más dichosa del mundo. -Felicidades- dijo la enfermera -es un niño muy fuerte y sano- Ella dejó de acurrucar al bebé y puso su vista sobre la enfermera, su ceño se frunció mientras intentaba preguntar. -¿Q.. qué es lo que ha dicho?- -Felicidades- repitió con una sonrisa. -Eso no, lo otro, usted dijo que es un niño.... debe estar equivocada... es una niña-