26 /Nov/1899 Algunas veces cazamos vampiros. No son repulsivos ni malvados como cuentan las leyendas y predican las moralejas. Tampoco asumen formas humanas ni muerden el cuello de las mujeres hermosas para darles un placer que humilla a todos los varones mortales. No parecen fuertes y no besan con labios ni atacan con colmillos. Al contrario, son delicados como telas de araña y pequeños como luciérnagas. Para atraparlos hay que esperar desnudos en la oscuridad y adelantar al vacío una red pálida y furiosa. El blanco de la piel o de los ojos o de los dientes, las reverberaciones lunares de la red, los marean. El olor del cuerpo sin ropas los conduce, la fantasía del cazador los abraza con ardientes silencio. Es fácil entonces asirlos entre las yemas de los dedos para devorarlos o encerrarlos en frascos transparentes.. Pd. La novela tiene faltas de ortografía disculpen. Empezaré a corregir. Derechos reservados. Prohibido editar esta novela.
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