Y aquella noche era la última noche, se dijo a sí misma. Aquella noche era la última noche que podría mirarlo tan de cerca, que podría mirar sus bellos ojos azules, que podría disfrutar de aquella arrogante sonrisa, y quizá si tenía demasiada suerte, que podría acercarse lo suficiente para poder robarle una sonrisa cómplice o mejor aún; una caricia. Cuando se marchara aquella noche sus vidas se separarían para siempre y solamente quedaría el recuerdo de los bellos momentos que había podido robarle, solamente eso.