Eramos diferentes: Todo el mundo lo decía. No teníamos el mismo color de cabello, ni nos gustaban las mismas cosas; lo único que podía decir es que coincidiamos en el deporte. Discutíamos todo el rato, nunca nos poníamos de acuerdo. Todo el mundo sonreía al vernos discutir por tonterías. Eramos como el ying y el yang. Pero eramos mitades. Encajábamos como piezas de puzzle. Cuando no estábamos juntos era como si nos muriésemos. Eramos diferentes, pero mitades.