-¡Ponte de rodillas! Sí, hazlo. Arrodíllate e implora tu perdón, ruega, grita y deséalo con toda la fuerza de tu alma perdida. No lo encontrarás. Dios te ha dado la espalda desde el momento en que tus ojos se posaron en ese chico con anhelo, con un deseo impuro, impropio del reino de los cielos. Recuerda mis palabras, no lo hallaras. No encontraras redención, ni en esta vida ni en ninguna otra. Porque nuestro señor es muy justo y misericordioso...pero un acto como el que has cometido. -Negó. -No tiene salvación.