GUARDIAN'S LOVE II Todo lo que Vincent Weasley había conocido y amado (si es que de verdad conocía la palabra "amor") en su vida, se encontraba dentro de las desabridas paredes del triste fuerte principal de Tierra cuarenta. Kailan Bennett era una de ellas, tan brillante y encantadora que creía jamás se toparía con un ser semejante a ella. ¿Cómo podría llegar a amar a alguien después de conocerla? ¿Cómo olvidar esos fogosos cabellos y la mirada cristalina verdosa que le regalaba y le sacaba suspiros? ¿Cómo alguien podría siquiera intentar llegar a la altura de una fabulosa guardiana como ella? Estaba seguro que jamás dejaría de adorarla, de verla como la mujer más maravillosa de todo el multiverso. Y cuando lo asignan a Tierra uno, la Tierra en donde la pelirroja debería cuidar de su humano, se dice a sí mismo que, al menos, podría limitarse a verla feliz, amando de la manera más pura, aunque no fuera con él. Podría seguir siendo su amigo, admirándola a lo lejos mientras él lidiaba con el terrible destino de servir a alguien que él seguramente no podría dejar de comparar con Kailan. Esta es la cosa: aunque el destino quite, también da. Y a Vincent Weasley le dio un par de ojos avellanados llenos de dolor, una alma rota que necesitaba ser reparada y un corazón frío que muere por ser amado.