Voy camino al trabajo pensante, las ruedas de la rutina me llevan sobre sus lomos, vamos persiguiendo el tiempo.
Mis ojos se abren y entiendo que no existen límites para escribir, pero hay veces que el lápiz en mi mano se aquieta y no se puede mover, lo estanca un vacío sin palabras.
En los momentos del camino de mi existencia en que he experimentado dolor, el corazón sufre, los pies se ahogan por la lluvia que cae de mis ojos y las nubes no me permiten ver el camino ni los rayos del día.
Necesario ha sido el dolor, aunque siento que se disipa la vida; el dolor es el maestro de la razón.
Sin dolor la soberbia que aloja en mi sangre no aprendería, ni se sujetaría, sin lagrimas que limpien la vista, no podría ver las espinas clavadas en mis pies
Las caídas y los espinos en mi camino son obstáculos de sabiduría, sabiduría que le entrega tesoros a mi corazón; me habla consejos para seguir dando pasos, esquivando las piedras enemigas de los pies.
En cada dolor hay una herida; he examinado la herida quitando la tierra de encima hasta llegar a la enseñanza escondida, y es mas valiosa que el oro.
En los momentos del camino de mi existencia a mi alma la ha aprisionado el dolor y la ha atormentado la desesperanza, pero ella sentada en una esquina de su prisión con el lápiz dispuesto sobre el corazón, ha escrito las más bellas palabras cada letra dibujada con tinta esmeralda.
La enseñanza que es fruto del dolor, es una estrella coronando la cabeza e iluminando el camino del peregrino.
Jueves 23 enero 2020 8am app; camino al trabajo en bus