Anthea Harrison luchaba por sobrevivir cada mañana, sabiendo que su vitalidad podría desaparecer como la más débil escultura de humo ante una ráfaga recia de viento. Para Ross Andersson la vida carecía de sentido, imaginando a cada instante que saltar al vacío o tener una soga alrededor de tu cuello era la solución a un irremediable dolor. Anthea intentaba vivir al máximo como si fuera una promesa inquebrantable. Ross se sentía como un ave en cautiverio pese a que las rejas que rodeaban su mundo eran inexistentes. Ella, tan serena como una cálida noche de verano donde el oleaje del mar rompe contra la orilla. Él, tan caótico y poderosamente destructor como el peor de los huracanes. Dos personalidades opuestas, una habitación en el hospital más emblemático de Rusia, y el inicio de una historia tan cautivante como devastadora. Un viaje entre líneas en "Llévame al cielo"