-Aris, ¿Crees en el destino?- Susurró desde el otro lado de la mesa observándolo curioso. Para Temo, el chico rizado era lo más fascinante que había visto en años, en BASTANTES años. Desde que llegó a ese lugar sólo podía preguntarse su propósito con Aristóteles, el propósito de aquel chico en su vida y por qué significaba tanto para él si al final de cuentas su vida no era aquí y no estaba hecha en este siglo. -Mmmmh, sí. Supongo que al final todo pasa por algo y para algo, ¿no?- Sus miradas se encontraron, siempre lo hacían, como si estuvieran programadas para aquello. El menor dejó su libro de lado para poder centrarse más en la conversación y que, como siempre, toda su atención fuera para su compañero de estudio. -Creo que... el destino es como una sucesión inevitable de acontecimientos de la que ninguna persona puede escapar, como yo de ti. -