El ángel de los ojos castaños

Celeste se encuentra atrapada en un enigma envuelto en la neblina de sus sueños. Con cada noche que pasa, la figura de Gabriel se vuelve más clara y persistente en su mente, aunque aún no haya cruzado su sendero en la vigilia. Sus ojos la miran desde lo profundo de la oscuridad, y sus facciones son tan familiares como inquietantes.

Pero estos sueños no son simples quimeras; son episodios que rozan la realidad. En ocasiones, Celeste puede sentir el calor de su abrazo, el roce de sus labios, la suavidad de su piel, como si estuviera allí, en carne y hueso. ¿Son estos encuentros producto de su imaginación, o acaso hay un lazo más oscuro que los une?

A medida que Celeste se sumerge más en este mundo onírico, las sombras comienzan a extenderse hacia su realidad, tejiendo un tapiz de misterio y malevolencia. Con cada despertar, las líneas entre lo soñado y lo vivido se desdibujan más, y las consecuencias amenazan con arrastrarla a un abismo del que tal vez no haya retorno.