Muchas veces soñé con despegarme de este mundo, de encontrarle una salida por un par de horas y poder pensar, lo que un adolescente siempre quiere, pero ahora, a mis 20 años casi ni pienso en eso, mi día se basa en trabajo y más trabajo. Compré una casa en las afueras de la ciudad, no siempre tuve el tiempo suficiente para explorar, hasta que tuve un día de descanso y bajé al sótano, jamás imaginé del grandioso mundo que escondía.
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