Debemos mantener las apariencias. Aunque sea difícil, debemos escondernos. Y aunque no queramos, debemos mentir. El mundo nos obliga a vernos y actuar de forma que agrademos. Nos obliga a mostrar la faceta de nosotros mismos que los demás quieren ver. Lo que no quieren o no deben, lo ocultamos. Así, a veces el mundo nos sorprende y aquello que vemos tan diferente, tan raro, se complementa. Teníamos miedo a desencajar. Al final, como piezas de un puzzle, rellenamos los vacíos del otro. Nos unimos. Armamos todo un puzzle con solo dos piezas.