Parece que desde el cielo alguien nos mira, incluso hasta las águilas volando alto, son testigos oculares de los aconteceres de este mundo y para los ángeles los actos bondadosos no pasan desapercibidos, son como distantes observadoras del poder, del valor y la nobleza humana, de hecho seres alados deben guiar y seducir las voluntades propiciando la grandeza. Son veedores de la hermandad entre almas puestas a trasegar la tierra y dar fe, ante la eternidad. Hablan de la generosidad magnificada en el gran escenario de la vida y ante la fragilidad e imposibilidad del hombre. Hacen parte de su génesis, libran juntos sus batallas y enaltecen el arrojo, lo subliman y registran en los libros de la vida, para complacencia del espíritu universal; como testimonio innegable de su altruismo y resiliencia.