Melibea se encuentra a punto de perder el mayor tesoro que la naturaleza le ha regalado, el más valioso tesoro de una mujer noble medieval. Ella no quiere perderlo, pero sabiendo lo que supone, y el desastroso desenlace que conlleva, no es capaz de controlarse y se deja llevar por la pasión. Ella, sabiendo su mal, se tira de cabeza, no ciegamente, hacia el precipicio de su desgracia, hacia su fin, pues acaba de arruinar su vida.