La felicidad muchas veces se esconde de la juventud, Cristopher, un joven de diecisiete años con problemas emocionales vive en un enigma que lo envuelve en un trance. Su forma de pensar es un reflejo de una amargura que cada vez toma más forma dentro de él, vive pensando que aún hay algo que no tiene. Es antisocial, inestable, deprimido y siempre desea estar apartado en la oscuridad, contemplando el silencio de su habitación.
Es completamente consiente de la ansiedad que padece, sus notas académicas son un desastre y lo sabe. Es egoísta, porque su baja autoestima lo obliga a ser así. Pero recónditamente, Cristopher busca algo, pero está demasiado acostumbrado a sentirse insuficiente a la realidad que lo rodea. Por lo cual, solo se refugia en una esperanza, y lo dejará venir. Lastimosamente, la inconformidad de su ser con el mundo hará dudarlo, puesto que a pesar de ser tanto, él sigue sin sentir nada. Y asimila que ese es su destino... Que no hay nada más.