Rosas. Sus labios eran de un rosa tenue. Parecían tan apetecibles a apenas unos centímetros de los míos. Apetecibles y carnosos. Daría lo que fuera por morder su provocador labio inferior. Y lo hice, lo di todo. Se lo di todo y a la vez lo perdí todo. ¿Pero en el amor esas cosas pasan, no? En el amor, cuando se elige a alguien, se renuncia al resto. Yo renuncié a todo.