El diablo, con unos ojos de miel y fuego, viste con un conjunto negro. Bebe un martini seco entre una sonrisa que delata mi mirada perdida, y a pesar de ello, me deja tiempo para pensar si debo hacerlo. Me acerco. Automáticamente hace un gesto al camarero, y mientras me siento y me desabrocho el botón de la americana, llega una copa a la barra.All Rights Reserved
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