"Sólo quiero ir un rato a los recreativos". Esas fueron las últimas palabras que Jack escuchó a su hermano pronunciar. La última vez que le vio salir por la ventana a vivir una aventura de la que nunca volvió. Los años han pasado, pero el vacío que su hermano dejó en su corazón sigue ahí; el dolor, y la culpabilidad, igual de intenso que el primer día. Y Jack sobrevive en un equilibrio entre una familia cegada por el sufrimiento y el deseo de algo más. De una mano amiga que le ayude a salir de las sombras.