Me susurró suavemente "ten cuidado", mientras yo luchaba por preservar el calor que aún irradiaba mi cuerpo y trataba de no perderme en esos glaciales ojos plateados. Entendí que no bromeaba, que todo era más serio de lo que me había parecido, que siempre hay alguien acechando, esperando el momento perfecto para salir de su escondite y llevarme, que aún cuando estoy rodeada de ángeles, los demonios siempre encontrarán la manera de llegar a mí. Entendí que estaba en problemas.