No había que ser muy inteligente para saberlo. Habían acosado a Sagitario. A ese niño de mejillas gorditas que reía por todo, con todos. Que era amable, pero despistado. Que se ponía a llorar cuando pisaban a las hormiguitas. Que jugaba con las niñas y con los niños. ¿Qué le hicieron? ¿Quiénes fueron? ¿Por cuánto tiempo? ¿Con qué maldita excusa? Nunca había sentido tantas ganas de pegarle un puñetazo a alguien. Aunque no tuviese cara, ni nombres. ↠ Se puede leer con total calma ↠ Contenido homosexual.