El color de la eternidad (Usuk)

El sonido del tambor terminó por extinguirse, y fue cuando llegaron a un montón de hojas grandes que sirvieron para encubrirlo.

Lo vieron. Alfred ahogó una exclamación y desenvolvió una sonrisa casi inconsciente. Era el joven que buscaban. Igual que una presa de leopardo, se encontraba inclinado en el manantial mojándose el rostro. Sus facciones eran las mismas de la libreta de su padre e incluso más nítidas e increíbles cuando lo veía frente a él. Su cuerpo era esbelto y no entendió porque su cabello era de un rubio tan claro y cómo su piel no había sido tan maltratada por el sol.

Fred llegó hasta él y pisó una rama. Fue un sonido suficiente para que aquel nativo girara hacia ellos con unos fieros ojos color verde.

Mierda.