Mikal siempre fue una chica alegre e hiperactiva, quizás no era la más popular de su escuela, pero tampoco se podía decir que fuera del grupo marginado. Vivía con su padre en un pequeño condado muy alejado de la ruidosa ciudad, su madre había fallecido en el momento del parto. Tenía 12 años cuando tuvo su primer novio, fue una relación muy pura y fugaz. Después de eso tuvo otras dos parejas, pero esas relaciones tampoco duraron mucho. Ahora, con sus 19 años, decidió abandonar los estudios y dedicarse a la pintura de mural, que era lo que más la apasionaba desde pequeña, además de que muchos vecinos estaban dispuestos a pagar por su arte, lo que era genial para sus ahorros. Mikal tenía un gran secreto, uno que sólo ella sabía, hasta que un día...
Cuando Gabriel llegó al pueblito por primera vez sintió que su vida había acabado, tuvo que abandonar su trabajo en una famosa editorial y su bella casa en el centro de la urbanización, todo por culpa del jefe de su mamá, quien decidió enviarla a aquel desolado lugar como nueva sheriff. Gabriel, por supuesto, no iba a permitir que ella se fuera sola. Grande fue su sorpresa cuando tocó a la puerta de los que en adelante serían sus vecinos y unos preciosos ojos color ámbar lo paralizaron en el lugar. Justo cuando iba a tartamudear un hola, el pequeño ángel delante de él sonrió y se lanzó a sus brazos sin darle tiempo a reaccionar. Él no sabía que su vida estaba a punto de cambiar para siempre...
Kim nunca pensó que mentir en su currículum la llevaría a una completa travesía con su joven jefe.
Nico nunca pensó que darle una oportunidad a Kim la convertiría en el amor de su vida.