Fútbol, esa palabra que al escucharla provoca que una gran sonrisa salga de tus labios sin pensarlo. Pero por culpa del fútbol, también puede haber lágrimas. Mi hermano y yo íbamos a distintos institutos. El mío, por suerte tenía equipo de fútbol, mas el de mi hermano no. Aunque él me pidió que jugase al fútbol por él. Y así lo hice y fui mejorando, hasta el partido de la semifinal contra la Royal Academy. Estaba lista para jugar, pero alguien no me lo permitió. Desperté de un coma medio año después del accidente provocado por un camión del cual desconocemos el conductor. Me prohibieron volver a jugar tras aquello. Pero si quiero jugar, nadie me lo podrá impedir. Nadie.