Huracán.

Cuando eres muy pequeño las personas te ven más pequeño de la cuenta. Unos te ven muy inocente hasta muy adorable, otros te ven aun más pequeño de la cuenta e intentan o te hacen daño.

Le dije que me soltara que yo era indefenso, pequeño, y no buscaba hacerle mal a nadie.

No me hizo caso. No me escuchó. Me ignoró por completo. Me lastimó.

Me tomó y me envolvió. Me tomó y me trajó, me llevó. Me subió, me bajó. Me sacudía y puedo decir que me gustaba. Me gustaba mucho.

Arrancándome la arteria pulmonar, poco a poco todo de mí se iba. Hasta que en mí lugar quedo más y menos que un huracán.

Frío como aquellos otros huracanes que me enseñaron a desconfiar. Huracanes que me enseñaron a llevarme a todos por delante porque no importan, por más inocentes o adorables que parezcan, ellos no merecen tu compasión. Esos otros huracanes que me enseñaron que los corazones bueno sufren hasta que se vuelven huracanes.