Lo había visto una noche cualquiera, su pálida piel, su delgado cuerpo y unos ojos rasgados habían hecho temblar sus entrañas y avivado el deseo de una aventura que iría más allá de su razón a cometer un acto que le otorgaría un descontrol emocional tanto como mental. Nicholas quien disfrutaba del sufrir ajeno, creía haber encontrado un juguete al azar, como otorgado en bandeja de plata sobre sus garras que estaban dispuestas a un juego sexual...o tal vez algo más.