Byron Noszka era complicado de cojones, impulsivo, desagradable y todos los adjetivos calificativos horribles que se te puedan llegar a pasar por la cabeza. Pero tenía su encanto, retándote a todas horas a hacer cosas que ni tú misma creerías hacer nunca, abriéndote a un mundo lleno de peligro, adictivo. Lo peor es que no te das cuenta a dónde has ido a parar hasta que te ves allí metida hasta las cejas. Lo suelen llamar masoquismo en estado puro. Yo toda ingenua lo llamaba amor.