Nacemos sin un propósito aparente. ¿Existirá el destino?
¿O es solo un invento para consolarnos cuando algo malo sucede?
Sería terrible que existiera, pues nuestros futuros estarían escritos. Pero, en realidad, jamás podríamos saberlo. ¿Cómo podríamos? Somos seres ordinarios, simplemente aquí, existiendo para procrear, continuar con nuestro legado y evolucionar en el camino, como lo hace cualquier ser vivo. Somos como un gato, una flor o una brisa en una tarde de invierno: instantáneos, casi imperceptibles. Nuestro tiempo en el planeta es un chiste; un día estamos y al siguiente no. ¿Es eso el destino?
No podría decirlo.
Todo lo que intento expresar en este libro son mis pensamientos contradictorios y mis sentimientos. Tengo 15 años y soy una adolescente confundida, incomprendida y sin rumbo fijo.
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