Era una fiesta normal. Una fiesta con un simple e inocente juego de pulseras de colores. ¿Qué tan malo puede ser eso? Él ya lo había hecho con anterioridad, pero nunca fue encarcelado por sus crímenes porque nadie nunca sospechó que su rostro angelical podría estar involucrado ante tal escalofriante cacería de jóvenes. Todos los días parecían ser exactamente iguales; las noticias de un nuevo cadáver y las seis pulseras rotas a su alrededor en el estado de Goiás. Pero nadie se había dado cuenta en realidad de cuál era aquella invitación para él cometer sus crímenes, nadie sobrevive a Snap hasta que Judith y su mejor amiga Esther cruzan por su camino y descubren que una cara conocida era el que estaba detrás de esos colores... Y el cazador se había convertido en la presa.