Desde que somos pequeños siempre nos han dicho que el color rojo es el color del amor, y si nos ponemos a pensar, esto incluso resulta lógico, las pasiones tienen que ver con la sangre y ésta es roja y así sentía amarlo, era sentir las mejillas rojas cada vez que hacía un cumplido a mi persona, o su blanca palma cuando tocaba mi mejilla. Amarlo era sentir que el aire no llegaban a mis pulmones, estar con él era como luz del dia, llegó en el momento necesario. Era un tipo de amor diferente, donde uno no sufría, donde las dos personas daban todo de ellos para estar bien, era el tipo de amor que te hace feliz a las tres de la madrugada. En ese amor el único dolor que sentías es de estómago por tanto reir, el corazón dolía claro que sí, pero dolía por amar tanto y tan fuerte.
Pero perderlo fue gris. el mismo color que puedes ver en un dia lluvioso, el color que se ven las películas favoritas de los abuelos. Pero extrañarlo no tiene color, solo dolor.
Michell sabe qué le prometió que seguiría viviendo una vida por ellos dos, le prometio que estaria bien y seguiría con su vida. Pero seguir adelante es imposible cuando ella sigue viéndolo a cada lugar que va, sabe que es hora de dejarlo ir pero cuando todo y todos hace que recuerda a él, a ese rojo ardiente es imposible seguir adelante.
¿Podrá Michell reiniciar su vida y cumplir la promesa al gran amor de su vida?
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.