Había un montón de desgracias en su vida, más de las podía contar. Ser la mano derecha de un imperio malvado, dirigir misiones de genocidio solo por obediencia, perder a su padre, el abandono de su madre, la traición de quien consideraba era su único amigo. No tenía la mente muy limpia a decir verdad. Aunque con solo pensar en esos pequeños momentos de felicidad qué pasó dentro de aquel bar tan alejado de la galaxia, le hacía pensar que morir con todo eso ya no era tan pesado.