Quiero dedicarte una canción,
Una que los pájaros no puedan cantar al amanecer y que ni la brisa que corre por tu ventana sea capaz de silbar.
No es la Luna, pero tampoco el Sol.
¿Será el eclipse del que todos hablan?
El color negro de su sombra me impregna y ya no puedo ver.
No podré ver, pero te podré pensar.
Pensar aquella vez que tus labios rozaron con los míos como fuego que roza la gasolina, que arde sin control expandiendo su calor por todo hueco que haya y que sobre, como tus dedos tocando mi piel, lentamente recorriendo todas las curva que hay en mi cuerpo.
El sudor que nos caía tan rápido y tan intenso que nos dejaba la piel pegajosa, como si fuéramos de cera.
Una vela que se funde junto a la otra ardiendo en llamas por causa de la lujuria, uno de los pecados que tanto a un ser le gusta cometer.
Deseo, pasión, amor,... Todo se junta y la llama se hace cada vez más grande y más intensa, tanto que las velas empiezan a fundirse combirtiendose en una sola.
Ambos desnudos atrapados en la mirada del otro. Esa sensación de paz cuando el fuego se apaga, pero el calor sigue y cuando cerramos los ojos, en humo nos convertimos.
Enamorados el uno por el otro como si no hubiera un final y mirando aquel eclipse pensé:
Que si fueras el sol y yo la luna,
qué rayo de luz llegaría a la Tierra si el eclipse sería eterno.
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club nocturno, lugar donde conocerá a freen, una empresaria que luego de tener una discusión con su esposa decide ir al club para calmar su deseo.
Historia original
Freen es un personaje intersexual